La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la
historia de la lucha de clase. Líbero frente al esclavo, señor frente al siervo, comisario del
partido comunista contra los trabajadores, opresor contra el oprimido; todos han permanecido en constante oposición entre
sí, llevando, de forma ininterrumpida, una lucha que terminó siempre con la
transformación revolucionaria de la sociedad en general, o en la ruina de las
clases en pugna.
"La Revolución seguirá
adelante"
En épocas anteriores de la historia,
nos encontramos con sociedades muy complejas, compuestas de muchas clases. En la antigua Roma hallamos patricios,
caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, soldados,
maestros; en las sociedades del Socialismo del Siglo XXI tenemos la élite del
partido, los militares, los servicios de seguridad, y hampones aliados con el
régimen, todos alineados en contra del pueblo. Todas estas clases tienen
gradaciones, los que están en la parte superior viven en lujo, mientras que los
ciudadanos comunes sufren en la pobreza
y se someten a numerosas vejaciones y abusos.
Marvinia Jiménez, de rodillas justo
antes de ser golpeada
salvajemente por la Guardia Chavista (Venezuela, 2014).
La sociedad “Socialista del Siglo
XXI”, que ha surgido de las ruinas de la
sociedad capitalista fallida, no ha
abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha reemplazado las viejas clases, y las viejas condiciones de
opresión, para crear nuevos campos de
lucha entre los que tienen y los que no tienen.
Nuestra época, la época del “Socialismo
del Siglo XXI” (también conocido como Chavismo de ahora en adelante) posee, sin embargo, una característica
distinta: se han simplificado las contradicciones de clase. La sociedad se ha dividido en dos grandes
campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente - Chavistas
y el pueblo trabajador.
Vemos, pues, cómo el régimen Chavista
moderno en realidad es producto de un largo proceso de desarrollo, de una serie
de revoluciones en los modos de producción y de cambio que comenzaron en la
Edad de Piedra.
Cada paso en el desarrollo de los Chavistas
como clase dominante fue acompañado por un avance político correspondiente de
esa clase. La élite Chavista tiene, desde el establecimiento de la democracia
social y de la globalización, la habilidad
de florecer en el Estado
representativo moderno, y obtiene el poder
político que utiliza para alcanzar el
poder. Un poder que luego se utiliza para destruir la democracia y crear una
dictadura.
El ejecutivo del estado Chavista
moderno emergente no es más que una
junta que administra los negocios comunes de la élite Chavista. Una élite
formada por intelectuales comunistas, militares
corruptos y los
que dirigen la policía secreta y grupos
asociados de hampones que se utilizan para sembrar el terror en la sociedad. Tambièn vemos grupos de comerciantes, y maleantes
de toda índole, aferrados a la cúpula
todopoderosa del chavismo. Todos ellos, una vez que se organizan, se dedican a
la violación y el saqueo de la sociedad
en general.
Los chavistas, donde ellos tienen
la ventaja, han puesto fin a todas las tradiciones democráticas y de libre
mercado. Han desgarrado sin piedad las leyes y reglamentos que ataban al hombre
a sus compañeros, y eventualmente destruyen las poderosas elites capitalistas. O las
absorben dentro del aparato del chavismo para que les sirvan fielmente y ayuden a
explotar al proletariado. Asi vemos como
el chavismo no ha dejado subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío
interés y la codicia. Su prioridad máxima es imponer la absoluta lealtad y
sumisión a la élite chavista (una élite que ellos llaman la "alianza
política y militar", o ¨la revolución”).
Nicolás Maduro desfilando con la
élite militar.
EL chavismo ha ahogado la religión
tradicional, para sustituirla por creencias en la santería o el vudú, la
adoración de los líderes muertos que se dice pueden comunicarse desde el más allá con el líder
supremo del partido. El chavismo ha sembrado el odio y la desconfianza, y
alentado el cálculo egoísta. El chavismo
ha destruido la dignidad personal, en
cambio, ha establecido ese estado inconcebible único, todopoderoso y que lo sabe todo. En otras palabras, se ha sustituido el orden democrático
capitalista y social que existía previamente con una desnuda, desvergonzada, y brutal explotación de la clase obrera.
El régimen Chavista ha
desprestigiado a todas las profesiones
que hasta entonces eran honradas, y ha convertido el médico, el ingeniero, el
maestro, el hombre de ciencia, y otros profesionales, en sus servidores asalariados, muchos de los
cuales viven en una miseria que nunca se habrían imaginado.
El régimen chavista ha roto la
estructura familiar, y ha reducido las normas de la sociedad a escombros. El resultado final es la
aparición de una nueva generación de prostitutas, ladrones, y vagos que aspiran a ser como la élite chavista y los
hampones que apoyan y defienden al régimen.
El chavismo no puede existir sin revolcar y cambiar incesantemente los medios de producción y las reglas comerciales, y con ello toda la sociedad.
Esta revolución contínua causa una incesante conmoción de todas las condiciones
sociales. La inquietud y el movimiento constante en direcciones absurdas, y las
leyes y reglamentos lunáticos distinguen la época chavista de todas las
anteriores.
La necesidad de una esfera en
constante expansión de su influencia
empuja a los Chavistas para expandirse sobre
toda la superficie del globo. Tienen que anidar y establecerse en todas partes. Así vemos enormes sumas de dinero que se lavan
en bancos europeos y de América Latina, una parte de los cuales se utilizan
para financiar a los partidos chavistas en Europa, tales como los que vemos en
Grecia y España.
El régimen chavista a través de
su explotación mal concebida y rapaz de la sociedad, ha destruido la mayor parte de los medios de producción. Todas las antiguas industrias nacionales que
estaban establecidas por generaciones, y la agricultura, han sido destruidas o siguen
destruyéndose. Son suplantadas por industrias del estado, controladas por miembros del partido que son
muy corruptos e ineficientes.
También vemos como las industrias ya no emplean materias primas nacionales.
Las necesidades de la sociedad que eran
satisfechas con producción interna, ya
no pueden satisfacerse. Surgen necesidades nuevas, que reclaman para su
satisfacción productos importados de los
países y los climas más diversos. En lugar de la antigua autosuficiencia local
y nacional (a veces parcial, pero mucho mejor que la del chavismo), vemos un
enfoque en países chavistas, como las
ventas de petróleo en Venezuela, y el turismo sexual en Cuba, como los medios
que el Estado utiliza para alimentar a sus voraces necesidades.
"Jineteras" Cubierta, un
libro de
Amir Valle sobre la prostitución
y el turismo sexual en Cuba
Y como en lo material, así también
en lo intelectual. La producción
intelectual de los individuos es sofocada y se les niega la libertad de utilizar su imaginación y talento. Una
estrechez mental enorme se vuelve cada
vez más la norma, y las numerosas líneas de pensamiento y de literatura son destruidas, porque el estado
chavista quiere una sola idea, y una sola literatura, que predican la sumisión
al Estado todopoderoso.
El estado chavista, por la rápida
destrucción de los instrumentos de producción, y por los medios bien elaboradas
de represión (talento que heredó de la KGB soviética y la policía secreta de Alemania del Este),
dibuja todo bajo su control. Siempre que se le permite tomar el poder, el
chavismo trata de obligar a todas las naciones, so pena de sucumbir, a adoptar
el molde chavista. Resumiendo, el
chavismo se extiende como un cáncer en su intento de crear un mundo a su
propia imagen.
El régimen chavista ha sometido el
campo a la delincuencia y la corrupción. Se ha hecho una parte considerable de
la población en meros peones dependientes de las limosnas estatales para su
supervivencia. Ha hecho que las ciudades y pueblos se conviertan en zonas
bárbaras y semi-bárbaras, donde el caos y el crimen son la norma, y la vida
es un infierno eterno.
Peatones se acercan a un cadáver ensangrentado
en Venezuela (Foto de La Voz de Galicia)
El régimen chavista intenta acabar el estado de dispersión de la
población, de los medios de producción y de propiedad. Ha aglomerado la
población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en
pocas manos. La consecuencia es la
centralización política. Provincias que eran más independientes, con intereses,
reglamentos, gobiernos y sistemas de impuestos decididos al nivel local, se
consolidan en un estado monolítico, bajo
un solo gobierno, una clase dominante, una élite todopoderosa, y un ¨lider
supremo” cuya cara es puesta en carteles y los medios de comunicación; y cuyas palabras
deben ser citadas religiosamente por
todos.
El régimen chavista, durante su
estancia de escaso medio siglo en Cuba, y 16 años en Venezuela, ha creado nada,
aparte de parásitos sociales, y seres violentos que se aprovechan de la población.
Hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre
cuya base el régimen chavista construye a sí mismo, se generaron en la sociedad
capitalista y democrática. En cierta etapa en el desarrollo de estos medios de
producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad capitalista y
democrático producía y cambiaba, fueron atacados por fuerzas antidemocráticas o
crisis económicas; y en estas crisis la sociedad se revienta en pedazos, para dar paso a líderes
chavistas que han mentido a la gente y que se venden a sí mismos como
portadores de un orden reformado y
compatible con la tradición democrática preexistente.
Y así, vemos que los chavistas sustituyen la idea del
pensamiento libre, que existía protegido por una constitución adoptada para hacer cumplir leyes
racionales, con el poder político absoluto y el dominio económico de la élite chavista.
Ahora vemos como las crisis comerciales que, con su retorno
periódico, ponen la existencia del chavismo
en juicio, son cada vez más amenazantes.
En estas crisis, una gran parte no sólo de los productos existentes, sino
también de las fuerzas productivas ya creadas, se destruyen. En estas crisis,
hay una epidemia social que en cualquier época anterior hubiera parecido
absurda - la epidemia de la escasez, los estantes vacíos, aumento de la pobreza
y la desesperanza. La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado
de barbarie; parece como si una hambruna, una guerra devastadora, habría
cortado el suministro de todos los medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados; ¿y
por qué? Debido a que hay demasiada estupidez, arrogancia, corrupción e interés propio en la cúpula superior
de las filas chavistas.
Las fuerzas productivas se han
encadenado. El liderazgo chavista sabe que, tan pronto como se salvan de cada
una de estas crisis, siembran más desorden en el conjunto del orden social chavista,
y ponen en peligro la existencia de la
propiedad y del poder del chavismo.
¿Y cómo desea el régimen de Chavista superar estas crisis?
Por un lado, utilizando la destrucción obligada de una masa de fuerzas
productivas; por el otro, utiliza la
represión, y la introducción de la pobreza y la miseria como el nuevo estándar
de vida. Es decir, allana el camino para crisis aún más extensas y más
violentas, y disminuye su habilidad para
prevenirlas.
Las sierras con las cuales los chavistas han talado la
democracia se vuelven ahora contra el propio régimen. La élite chavista
no solamente forja las armas que le
darán su muerte; sino que también llama a la existencia los hombres y mujeres
que estarán ejerciendo esas armas - la clase obrera moderna - los proletarios.
A medida que el chavista, es decir,
el parásito social, se desarrolla, en la misma proporción se forja el proletariado del siglo XXI. Vemos el
surgimiento de una clase unida de los trabajadores, que viven en la miseria,
encadenados al control del Estado, y que encuentran trabajo solamente si sus mentes son fieles y leales a la dirección chavista.
Estos trabajadores son tratados como una mercancía, como cualquier otro artículo
controlado por el Estado, y por lo tanto están expuestos a todas las vicisitudes
y los abusos que surgen cuando el empleador, la policía, el sistema judicial, y
los líderes políticos son una sola entidad monolítica, un parásito gigante que
chupa la sangre de la clase obrera.
Así, el trabajador se convierte en
un apéndice de la máquina del Estado, y es sólo la mano de obra que se requiere
de él. Por lo tanto, el obrero se reduce, casi en su totalidad, a tener los medios de subsistencia que requiere para
la mera supervivencia, y no puede aspirar a más. Los excedentes que se llegan a
producir son dedicados a satisfacer las
necesidades grotescas de la élite chavista, o a financiar la expansión del sistema en otros países.
Y así vemos obreros, hacinados en
centros de trabajo, organizados como soldados en estructuras de tipo militar, con los
comisarios del partido y sus socios capitalistas extranjeros armados con
látigos para hacerlos trabajar por salarios infrahumanos.
Los trabajadores pasan a ser miembros
del ejército industrial que se colocan bajo el mando de toda una jerarquía de
oficiales y sargentos chavistas. No sólo son esclavos de la clase chavista, y
del estado chavista; están todos los días y horas, esclavos de la máquina, una
máquina a menudo propiedad del capitalista extranjero, controlada por el capataz de la empresa mixta, y por el chavista explotador. Y
mientras más abiertamente este despotismo proclama existir por el bien de la sociedad, el pueblo ve que tiene
otro fin, mucho más mezquino, odioso y desesperante
que cualquier otro régimen moderno.
Pero la explotación del obrero por
el estado, su patrón, no termina ahí. Después el trabajador se convierte en víctima de las otras partes de
la estructura del poder chavista: el hampón
local, el oficial corrupto, el vendedor del mercado negro que tiene acceso a alimentos robados de
almacenes estatales ...
Los estratos más bajos de la clase
media - el pequeño comerciante, los tenderos, y comerciantes, artesanos y campesinos - todos estos se hunden poco a poco en el
proletariado miserable, hundidos en la competencia con las empresas estatales y capitalistas "conectados". Estos últimos muy a
menudo son buitres extranjeros, invitados por el Estado al festín de carne de
clase obrera.
El proletariado pasa por diferentes
etapas de desarrollo. Con su nacimiento comienza su lucha contra el régimen chavista.
Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, luego por los trabajadores de una sola fábrica, y luego por la asociación de un oficio de la localidad contra el miembro
individual de la élite chavista que los explota directamente.
Vemos como los trabajadores dirigen sus ataques contra los mismos
instrumentos de producción; destruyen las maquinaria a
pedazos, incendian fábricas, intentan reconquistar por la fuerza la
posición perdida de la clase obrera, que quiere ser libre para organizarse en sindicatos y votar en
elecciones democráticas. Vemos, pues, los medios de producción, ya mal administrados
por el Estado, caer en un estado permanente de decadencia, y la sociedad se resiente
enormemente ya que la producción se reduce a casi nada.
En esta etapa, los obreros forman
una masa diseminada por todo el país y disgregada por la represión estatal y la
falta de medios de comunicación. Al principio del proceso, como gana fuerza el chavismo,
el poder se concentra en manos de la élite chavista; cada victoria alcanzada es
una victoria para esta élite chavista, que a su vez se convierte en una clase
altamente estratificada. La élite superior del chavismo vive en un lujo
absoluto, y sus cuentas bancarias en el extranjero llegan a tener saldos multimillonarios.
Pero con la destrucción de la
sociedad, y el aumento de la pobreza, el proletariado se concentra en masas, su
fuerza crece a medida que los comerciantes y la clase media baja a la pobreza.
Las condiciones de vida dentro de las filas del pueblo son cada vez más iguales, y allí emerge una
clara distinción de clase: la clase obrera, o gente común, y los que están
"conectados" o pertenecen a la élite gobernante chavista.
Las crisis económicas traen
divisiones dentro de las filas chavistas. Algunos proponen dura represión y un
movimiento hacia estalinismo muy rígido, otros abogan por un cambio en un
régimen neofascista. Pero todos enfatizan su permanencia personal en el poder,
su vida lujosa, y establecer las
condiciones que permitan a sus familiares heredar su posición.
Las colisiones individuales entre
el obrero y el parásito social chavista adquieren más y más el carácter de colisiones
entre dos clases. Aquí y allá, la lucha estalla en sublevación. Pero la
represión estatal impide la organización de la clase obrera en sindicatos
libres o partidos políticos verdaderamente eficaces.
Pero toda lucha de clases es una
lucha política. Y esa unión, que tomó siglos para los trabajadores de ayer, puede lograrse en pocos años utilizando medios de
comunicación modernos como la internet.
Esta es la razón por la cual
la internet eventualmente llega a estar
bloqueada total o parcialmente, estrechamente supervisada y / o controlada, en las naciones gobernadas por chavistas.
La
élite gobernante sabe muy bien que es un parásito social, viviendo a costa del
trabajo de la clase obrera, y la venta de productos (Venezuela), o la venta de
mano de obra y la prostitución de la clase de trabajo esclavo (Cuba). Ese
parásito social no puede permitir que sus víctimas se organicen para sacárselo de
encima.
Esta organización del proletariado
en clase y, en consecuencia, en un partido político, es continuamente socavada
por la competencia entre los propios trabajadores. Pero siempre se levanta de
nuevo, más fuerte, más firme, más poderosa. Eventualmente la clase obrera puede obligar el
reconocimiento legislativo de los
intereses particulares de los trabajadores, mediante el aprovechamiento de las
divisiones entre la clase dominante chavista.
El régimen chavista se encuentra
involucrado en una batalla constante. Observamos enfrentamientos de la clase
dominante superior (Maduro, Cabello, miembros de la familia Castro) con
aquellas partes del chavismo que de dedica a actividades criminales (tráfico de
drogas, secuestro, robo), cuyos intereses entran en contradicción a la supervivencia del régimen; también vemos
colisiones de chavistas de países extranjeros, que son incapaces de expresar
su apoyo a la extrema corrupción de la dirigencia, y el abuso de la clase
obrera. Asi vemos a personas como el profesor
Heinz Dieterich declarar que Nicolás
Maduro es un traidor, y condenarlo al basurero de la historia.
La solidaridad, el camino hacia la
libertad,
cartel muestra líder sindical polaco Lech Walesa
En todas estas batallas, la élite chavista
se ve forzada a apelar al proletariado, para pedir ayuda, y por lo tanto, lo
arrastra a la arena política. El régimen chavista, por lo tanto, proporciona al
proletariado sus propios elementos del poder político, en otras palabras, se
proporciona al proletariado con las armas para luchar contra la hegemonía chavista.
Además, como ya hemos visto,
secciones enteras de las clases medias y altas son, por el aumento de la
pobreza y el caos, amenazadas y no se diferencian mucho de la clase obrera.
También ellas aportan al proletariado con cuadros revolucionarios frescos,
inteligentes, y muy dedicados a recuperar la democracia.
Por último, en momentos en que la
lucha de clases se acerca a su desenlace, el progreso de la desintegración de la
clase dominante, de hecho, dentro de toda la gama de la sociedad chavista
establecida, asume un carácter tan violento y flagrante, que una pequeña
sección de la propia élite chavista se
ve a la deriva, y se une a la clase revolucionaria, la clase que tiene el
futuro en sus manos.
Del mismo modo que, por lo tanto,
en un período anterior, un sector de la clase capitalista se acercó al chavismo,
con la esperanza de ver el surgimiento de un estado fascista represivo, ahora
una parte del chavismo se une al proletariado, y, en particular, una parte de
los ideólogos Chavistas, quienes han comprendido el error histórico y la
naturaleza monstruosa del movimiento chavista en su conjunto.
De todas las clases que hoy se
enfrentan con el chavismo, la clase individual de reciente aparición, el
proletariado, el trabajador abusado cuyo trabajo es robado por los
"conectados", los parásitos sociales y la clase criminal, se convierte en la clase revolucionaria ; el
proletariado trabajador forma las líneas de la nueva clase revolucionaria que
se opone ferozmente a la dictadura chavista.
En la historia, todos los
movimientos han sido hasta ahora los movimientos de las minorías o en provecho
de minorías. El movimiento proletario es
auto-consciente, es un movimiento
independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría. El
proletariado, capa inferior de la sociedad chavista, no puede moverse, no puede
enderezarse, sin que todos los estratos superiores del gobernante, del funcionario, y de la
sociedad, exploten y sean lanzados al
aire.
Aunque no en el fondo, sin embargo en
su forma, la lucha del proletariado contra el chavismo es primeramente una
lucha nacional. El proletariado de cada país debe, por supuesto, en primer
lugar resolver los asuntos con su propio régimen chavista. La revolución debe
ser llevada a cabo con firmeza, recordando que la represión chavista será
rápida y despiadada. El trabajador o el estudiante, atrapado por el aparato de
seguridad del estado chavista serán encarcelados, torturados y ejecutados con
una bala en la nuca.
Al esbozar las fases más generales
del desarrollo de la revolución por el proletariado, hemos seguido la guerra
civil más o menos velada, que hierve dentro de la sociedad existente, hasta el
punto en el que se transforma en una revolución abierta, y donde el
derrocamiento violento del chavismo sienta las bases para el dominio del
proletariado y el retorno de la democracia y la libertad.
Para llevar a cabo una revolución
efectiva contra la clase dominante chavista, el obrero moderno se hace el
aliado del comerciante arruinado, del profesional, y del artesano. Este es un grupo que se ha hundido en las condiciones
de pobreza comunes a la población de clase trabajadora que vive en la sociedad
chavista.
Cada miembro de la sociedad, que no
sea un miembro de la élite y los hampones asociados a ella, se convierte en un mendigo.
Y aquí se hace evidente, que la élite chavista no está en condiciones de seguir
desempeñando su papel de ser la clase dominante en la sociedad, y pierde el
poder para imponer sus condiciones de
existencia en la sociedad. A medida que el tiempo pasa, el chavismo es incapaz de dominar, porque es incapaz de
asegurar una existencia más o menos digna a su esclavo en su esclavitud, porque permite que se hunda en un
estado de pobreza enorme. La sociedad ya no acepta vivir bajo este régimen chavista, en otras
palabras, la existencia de un gobierno tan corrupto, cruel, e incompetente ya no es compatible con la sociedad.
Las condiciones esenciales para la
existencia y la influencia de la clase chavista es poder puro y duro. El
progreso de la industria, muy organizada a menudo como empresas mixtas con
capitalistas extranjeros, se convierte en el objetivo nominal de la dirección
del partido. Esto es observado por el proletariado, que resiente profundamente
que se le haga trabajar como esclavo para los inversionistas extranjeros, que tratan a los trabajadores como una maquina infrahumana.
Lo que el chavista, por tanto,
produce, sobre todo, son sus propios sepultureros. La caída de chavismo y la
victoria del proletariado son igualmente inevitables.