sábado, 18 de abril de 2015

La clase obrera destruirá al régimen chavista

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clase. Líbero frente al  esclavo, señor frente al siervo, comisario del partido comunista contra los trabajadores, opresor contra el oprimido; todos  han permanecido en constante oposición entre sí, llevando,  de forma ininterrumpida,  una lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de la sociedad en general, o en la ruina de las clases en pugna.

"La Revolución seguirá adelante"

En épocas anteriores de la historia, nos encontramos con sociedades muy complejas, compuestas de muchas clases.  En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, soldados, maestros; en las sociedades del Socialismo del Siglo XXI tenemos la élite del partido, los militares, los servicios de seguridad, y hampones aliados con el régimen, todos alineados en contra del pueblo. Todas estas clases tienen gradaciones, los que están en la parte superior viven en lujo, mientras que los ciudadanos comunes  sufren en la pobreza y se someten a numerosas vejaciones y abusos.

Marvinia Jiménez, de rodillas justo antes de ser  golpeada 
salvajemente  por la Guardia Chavista (Venezuela, 2014).

La sociedad “Socialista del Siglo XXI”, que ha surgido  de las ruinas de la sociedad capitalista fallida,  no ha abolido las contradicciones de clase.  Únicamente ha reemplazado las  viejas clases, y las viejas condiciones de opresión,  para crear nuevos campos de lucha entre los que tienen y los que no tienen.

Nuestra época, la época del “Socialismo del Siglo XXI”  (también conocido como  Chavismo de ahora en adelante)  posee, sin embargo, una característica distinta: se han simplificado las contradicciones de clase.  La sociedad se ha dividido en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente - Chavistas y el pueblo trabajador.

Vemos, pues, cómo el régimen Chavista moderno en realidad es producto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en los modos de producción y de cambio que comenzaron en la Edad de Piedra.

Cada paso en el desarrollo de los Chavistas como clase dominante fue acompañado por un avance político correspondiente de esa clase. La élite Chavista tiene, desde el establecimiento de la democracia social y de la globalización, la habilidad  de florecer  en el Estado representativo moderno,  y obtiene el poder político que  utiliza para alcanzar el poder. Un poder que luego se utiliza para destruir la democracia y crear una dictadura. 


El ejecutivo del estado Chavista moderno emergente no  es más que una junta que administra los negocios comunes de la élite Chavista. Una élite formada  por intelectuales comunistas, militares  corruptos  y  los que dirigen la policía secreta y  grupos asociados de hampones que se utilizan para sembrar el terror en la sociedad.  Tambièn vemos grupos de comerciantes, y maleantes de toda índole,  aferrados a la cúpula todopoderosa del chavismo. Todos ellos, una vez que se organizan, se dedican a  la violación y el saqueo de la sociedad en general.

Los chavistas, donde ellos tienen la ventaja, han puesto fin a todas las tradiciones democráticas y de libre mercado. Han desgarrado sin piedad las leyes y reglamentos que ataban al hombre a sus compañeros, y eventualmente destruyen  las poderosas elites capitalistas. O las absorben dentro del aparato del chavismo  para que les sirvan fielmente y ayuden a explotar al proletariado.  Asi vemos como el chavismo no ha dejado subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés y la codicia. Su prioridad máxima es imponer la absoluta lealtad y sumisión a la élite chavista (una élite que ellos llaman la "alianza política y militar", o ¨la revolución”).

Nicolás Maduro desfilando con la élite militar.

EL chavismo ha ahogado la religión tradicional, para sustituirla por creencias en la santería o el vudú, la adoración de los líderes muertos que se dice pueden  comunicarse desde el más allá con el líder supremo del partido. El chavismo ha sembrado el odio y la desconfianza, y alentado el  cálculo egoísta. El chavismo ha  destruido la dignidad personal, en cambio, ha establecido ese estado inconcebible único, todopoderoso y que lo sabe todo. En otras palabras, se ha sustituido el orden democrático capitalista y social que existía previamente  con una  desnuda,  desvergonzada, y  brutal explotación de la clase obrera.

El régimen Chavista ha desprestigiado  a todas las profesiones que hasta entonces eran  honradas,  y ha convertido el médico, el ingeniero, el maestro, el hombre de ciencia, y otros profesionales,  en sus servidores asalariados, muchos de los cuales viven en una miseria que nunca se habrían imaginado.

El régimen chavista ha roto la estructura familiar, y ha reducido las  normas de la sociedad  a escombros. El resultado final es la aparición de una nueva generación de prostitutas, ladrones, y  vagos  que aspiran a ser como la élite chavista y los hampones que apoyan y defienden al régimen.

El chavismo  no puede existir sin revolcar y cambiar  incesantemente los medios de producción y  las reglas comerciales, y con ello toda la sociedad. Esta revolución contínua causa una incesante conmoción de todas las condiciones sociales. La inquietud y el movimiento constante en direcciones absurdas, y las  leyes y reglamentos lunáticos  distinguen la época chavista de todas las anteriores.

La necesidad de una esfera en constante expansión de su  influencia empuja  a los Chavistas para expandirse sobre toda la superficie del globo. Tienen que anidar y  establecerse en todas partes.  Así vemos enormes sumas de dinero que se lavan en bancos europeos y de América Latina, una parte de los cuales se utilizan para financiar a los partidos chavistas en Europa, tales como los que vemos en Grecia y España.

El régimen chavista  a través de su explotación mal concebida y rapaz de la sociedad, ha destruido  la mayor parte de los medios de producción.  Todas las antiguas industrias nacionales que estaban establecidas por generaciones, y la agricultura, han sido destruidas o siguen destruyéndose.  Son suplantadas por  industrias del estado,  controladas por miembros del partido que son muy  corruptos e ineficientes. 

También vemos como  las industrias ya no emplean materias primas nacionales.  Las necesidades de la sociedad que eran satisfechas con producción interna,  ya no pueden satisfacerse. Surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos importados  de los países y los climas más diversos. En lugar de la antigua autosuficiencia local y nacional (a veces parcial, pero mucho mejor que la del chavismo), vemos un enfoque en países chavistas, como  las ventas de petróleo en Venezuela, y el turismo sexual en Cuba, como los medios que el Estado utiliza para alimentar a sus voraces necesidades.

"Jineteras" Cubierta, un libro de 
Amir Valle sobre la prostitución
 y el turismo sexual en Cuba

Y como en lo material, así también en lo  intelectual. La producción intelectual de los  individuos es sofocada y se les niega la libertad de utilizar su imaginación y talento. Una estrechez mental enorme  se vuelve cada vez más la norma, y ​​las numerosas líneas de pensamiento y de  literatura son destruidas, porque el estado chavista quiere una sola idea, y una sola literatura, que predican la sumisión al Estado todopoderoso.

El estado chavista, por la rápida destrucción de los instrumentos de producción, y por los medios bien elaboradas de represión (talento que heredó de la KGB soviética y  la policía secreta de Alemania del Este), dibuja todo bajo su control. Siempre que se le permite tomar el poder, el chavismo trata de obligar a todas las naciones, so pena de sucumbir, a adoptar el molde chavista. Resumiendo,  el chavismo se extiende como un cáncer en su intento de crear un mundo a su propia imagen.

El régimen chavista ha sometido el campo a la delincuencia y la corrupción. Se ha hecho una parte considerable de la población en meros peones dependientes de las limosnas estatales para su supervivencia. Ha hecho que las ciudades y pueblos se conviertan en zonas bárbaras y semi-bárbaras, donde el caos y el crimen son la norma, y ​​la vida es un infierno eterno.


Peatones se acercan a un cadáver ensangrentado
 en Venezuela (Foto de La Voz de Galicia)

El régimen chavista intenta  acabar el estado de dispersión de la población, de los medios de producción y de propiedad. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en pocas manos. La consecuencia es  la centralización política. Provincias que eran más independientes, con intereses, reglamentos, gobiernos y sistemas de impuestos decididos al nivel local, se consolidan  en un estado monolítico, bajo un solo gobierno, una clase dominante, una élite todopoderosa, y un ¨lider supremo” cuya cara es  puesta  en carteles y los medios de comunicación; y cuyas palabras deben ser citadas religiosamente  por todos.

El régimen chavista, durante su estancia de escaso medio siglo en Cuba, y 16 años en Venezuela, ha creado nada, aparte de parásitos sociales, y seres  violentos que se aprovechan de la población.

Hemos visto, pues, que  los medios de producción y de cambio, sobre cuya base el régimen chavista construye a sí mismo, se generaron en la sociedad capitalista y democrática. En cierta etapa en el desarrollo de estos medios de producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad capitalista y democrático producía y cambiaba, fueron atacados por fuerzas antidemocráticas o crisis económicas; y en estas crisis la sociedad  se revienta en pedazos, para dar paso a líderes chavistas que han mentido a la gente y que se venden a sí mismos como portadores de un orden reformado y  compatible con la tradición democrática preexistente.

Y así, vemos que  los chavistas sustituyen la idea del pensamiento libre, que existía protegido por  una constitución adoptada para hacer cumplir leyes racionales, con el poder político absoluto y el dominio económico de la élite chavista.

Ahora vemos como  las crisis comerciales que, con su retorno periódico,  ponen la existencia del chavismo en  juicio, son cada vez más amenazantes. En estas crisis, una gran parte no sólo de los productos existentes, sino también de las fuerzas productivas ya creadas, se destruyen. En estas crisis, hay una epidemia social que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda - la epidemia de la escasez, los estantes vacíos, aumento de la pobreza y la desesperanza. La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de barbarie; parece como si una hambruna, una guerra devastadora, habría cortado el suministro de todos los medios de subsistencia; la  industria y el comercio parecen aniquilados; ¿y por qué? Debido a que hay demasiada estupidez, arrogancia,  corrupción e interés propio en la cúpula superior de las filas chavistas.

Las fuerzas productivas se han encadenado. El liderazgo chavista sabe que, tan pronto como se salvan de cada una de estas crisis, siembran más desorden en el conjunto del orden social chavista, y  ponen en peligro la existencia de la propiedad y del poder del chavismo.

¿Y cómo desea  el régimen de Chavista superar estas crisis? Por un lado, utilizando la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; por el otro, utiliza  la represión, y la introducción de la pobreza y la miseria como el nuevo estándar de vida. Es decir, allana el camino para crisis aún más extensas y más violentas,  y disminuye su habilidad para prevenirlas.

Las sierras  con las cuales los chavistas  han talado la  democracia se vuelven ahora contra el propio régimen. La élite chavista no solamente  forja las armas que le darán su muerte; sino que también llama a la existencia los hombres y mujeres que estarán ejerciendo esas armas - la clase obrera moderna - los proletarios.

A medida que el chavista, es decir, el parásito social, se desarrolla, en la misma proporción se  forja el proletariado del siglo XXI. Vemos el surgimiento de una clase unida de los trabajadores, que viven en la miseria, encadenados al control del Estado, y que encuentran trabajo solamente si  sus mentes son fieles y leales a la dirección chavista. Estos trabajadores son tratados como una mercancía, como cualquier otro artículo controlado por el Estado, y por lo tanto están expuestos a todas las vicisitudes y los abusos que surgen cuando el empleador, la policía, el sistema judicial, y los líderes políticos son una sola entidad monolítica, un parásito gigante que chupa la sangre de la clase obrera.

Así, el trabajador se convierte en un apéndice de la máquina del Estado, y es sólo la mano de obra que se requiere de él. Por lo tanto, el obrero se reduce,  casi en su totalidad, a tener  los medios de subsistencia que requiere para la mera supervivencia, y no puede aspirar a más. Los excedentes que se llegan a producir  son dedicados a satisfacer las necesidades grotescas de la élite chavista, o a financiar la expansión del sistema en otros países.

Y así vemos obreros, hacinados en centros de trabajo, organizados como soldados en  estructuras de tipo militar, con los comisarios del partido y sus socios capitalistas extranjeros armados con látigos para hacerlos trabajar por salarios infrahumanos.

Los trabajadores pasan a ser miembros del ejército industrial que se colocan bajo el mando de toda una jerarquía de oficiales y sargentos chavistas. No sólo son esclavos de la clase chavista, y del estado chavista; están todos los días y horas, esclavos de la máquina, una máquina a menudo propiedad del capitalista extranjero, controlada por el capataz de la  empresa mixta, y por el chavista explotador. Y mientras más abiertamente este despotismo proclama existir por  el bien de la sociedad, el pueblo ve que tiene otro fin,  mucho más mezquino, odioso y desesperante que cualquier otro régimen moderno.

Pero la explotación del obrero por el estado, su patrón, no termina ahí. Después el trabajador  se convierte en víctima de las otras partes de la estructura del poder chavista:  el hampón local, el oficial corrupto, el vendedor del mercado  negro que tiene acceso a alimentos robados de almacenes estatales ...

Los estratos más bajos de la clase media - el pequeño comerciante, los tenderos, y  comerciantes, artesanos y campesinos -  todos estos se hunden poco a poco en el proletariado miserable, hundidos en la competencia con las empresas  estatales y capitalistas  "conectados". Estos últimos muy a menudo son buitres  extranjeros,  invitados por el Estado al festín de carne de clase obrera.

El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Con su nacimiento comienza su lucha contra el régimen chavista. Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, luego por los  trabajadores de una sola  fábrica, y luego por la asociación de un  oficio de la localidad contra el miembro individual de la élite chavista que los explota directamente.

Vemos como los trabajadores  dirigen sus ataques contra los mismos instrumentos de producción; destruyen las  maquinaria a  pedazos, incendian fábricas, intentan reconquistar por la fuerza la posición perdida de la clase obrera, que quiere ser  libre para organizarse en sindicatos y votar en elecciones democráticas. Vemos, pues, los medios de producción, ya mal administrados por el Estado, caer en un estado permanente de  decadencia, y la sociedad se resiente enormemente ya que la producción se reduce a casi nada.

En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la represión estatal y la falta de medios de comunicación. Al principio del proceso, como gana fuerza el chavismo, el poder se concentra en manos de la élite chavista; cada victoria alcanzada es una victoria para esta élite chavista, que a su vez se convierte en una clase altamente estratificada. La élite superior del chavismo vive en un lujo absoluto, y sus cuentas bancarias en el extranjero llegan a  tener saldos multimillonarios.

Pero con la destrucción de la sociedad, y el aumento de la pobreza, el proletariado se concentra en masas, su fuerza crece a medida que los comerciantes y la clase media baja a la pobreza. Las condiciones de vida dentro de las filas del pueblo  son cada vez más iguales, y allí emerge una clara distinción de clase: la clase obrera, o gente común, y los que están "conectados" o pertenecen a la élite gobernante chavista.

Las crisis económicas traen divisiones dentro de las filas chavistas. Algunos proponen dura represión y un movimiento hacia estalinismo muy rígido, otros abogan por un cambio en un régimen neofascista. Pero todos enfatizan su permanencia personal en el poder, su vida lujosa, y  establecer las condiciones que permitan a sus familiares  heredar su posición.

Las colisiones individuales entre el obrero y el parásito social chavista adquieren más y más el carácter de colisiones entre dos clases. Aquí y allá, la lucha estalla en sublevación. Pero la represión estatal impide la organización de la clase obrera en sindicatos libres o partidos políticos verdaderamente eficaces.

Pero toda lucha de clases es una lucha política. Y esa unión, que tomó siglos para  los trabajadores de ayer, puede lograrse  en pocos años utilizando medios de comunicación modernos como la internet.
Esta es la razón por la cual la  internet eventualmente llega a estar bloqueada total o parcialmente, estrechamente supervisada y / o controlada,  en las naciones gobernadas por chavistas. 

La élite gobernante sabe muy bien que es un parásito social, viviendo a costa del trabajo de la clase obrera, y la venta de productos (Venezuela), o la venta de mano de obra y la prostitución de la clase de trabajo esclavo (Cuba). Ese parásito social no puede permitir que sus víctimas se organicen para sacárselo de encima.

Esta organización del proletariado en clase y, en consecuencia, en un partido político, es continuamente socavada por la competencia entre los propios trabajadores. Pero siempre se levanta de nuevo, más fuerte, más firme, más poderosa.  Eventualmente la clase obrera puede obligar el reconocimiento legislativo de los intereses particulares de los trabajadores, mediante el aprovechamiento de las divisiones entre la clase dominante chavista.

El régimen chavista se encuentra involucrado en una batalla constante. Observamos enfrentamientos de la clase dominante superior (Maduro, Cabello, miembros de la familia Castro) con aquellas partes del chavismo que de dedica a actividades criminales (tráfico de drogas, secuestro, robo), cuyos intereses entran en contradicción a la  supervivencia del régimen; también vemos colisiones de chavistas de países extranjeros, que son incapaces de expresar su apoyo a la extrema corrupción de la dirigencia, y el abuso de la clase obrera. Asi vemos a  personas como el profesor Heinz Dieterich declarar  que Nicolás Maduro es un traidor, y condenarlo al basurero de la historia.

La solidaridad, el camino hacia la libertad, 
cartel muestra líder sindical polaco Lech Walesa

En todas estas batallas, la élite chavista se ve forzada a apelar al proletariado, para pedir ayuda, y por lo tanto, lo arrastra a la arena política. El régimen chavista, por lo tanto, proporciona al proletariado sus propios elementos del poder político, en otras palabras, se proporciona al proletariado con las armas para luchar contra la hegemonía chavista.

Además, como ya hemos visto, secciones enteras de las clases medias y altas son, por el aumento de la pobreza y el caos, amenazadas y no se diferencian mucho de la clase obrera. También ellas aportan al proletariado con cuadros revolucionarios frescos, inteligentes, y muy dedicados a recuperar la democracia.

Por último, en momentos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el progreso de la desintegración de la clase dominante, de hecho, dentro de toda la gama de la sociedad chavista establecida, asume un carácter tan violento y flagrante, que una pequeña sección de la propia élite  chavista se ve a la deriva, y se une a la clase revolucionaria, la clase que tiene el futuro en sus manos.

Del mismo modo que, por lo tanto, en un período anterior, un sector de la clase capitalista se acercó al chavismo, con la esperanza de ver el surgimiento de un estado fascista represivo, ahora una parte del chavismo se une al proletariado, y, en particular, una parte de los ideólogos Chavistas, quienes han comprendido el error histórico y la naturaleza monstruosa del movimiento chavista en su conjunto.

De todas las clases que hoy se enfrentan con el chavismo, la clase individual de reciente aparición, el proletariado, el trabajador abusado cuyo trabajo es robado por los "conectados", los parásitos sociales  y la clase criminal,  se convierte en la clase revolucionaria ; el proletariado trabajador forma las líneas de la nueva clase revolucionaria que se opone ferozmente a la dictadura chavista.

En la historia, todos los movimientos han sido hasta ahora los movimientos de las minorías o en provecho de minorías.  El movimiento proletario es auto-consciente, es un  movimiento independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría. El proletariado, capa inferior de la sociedad chavista, no puede moverse, no puede enderezarse, sin que todos los estratos superiores del gobernante, del  funcionario,  y de  la sociedad, exploten y  sean lanzados al aire.

Aunque no en el fondo, sin embargo en su forma, la lucha del proletariado contra el chavismo es primeramente una lucha nacional. El proletariado de cada país debe, por supuesto, en primer lugar resolver los asuntos con su propio régimen chavista. La revolución debe ser llevada a cabo con firmeza, recordando que la represión chavista será rápida y despiadada. El trabajador o el estudiante, atrapado por el aparato de seguridad del estado chavista serán encarcelados, torturados y ejecutados con una bala en la nuca.

Al esbozar las fases más generales del desarrollo de la revolución por el proletariado, hemos seguido la guerra civil más o menos velada, que hierve dentro de la sociedad existente, hasta el punto en el que se transforma en una revolución abierta, y donde el derrocamiento violento del chavismo sienta las bases para el dominio del proletariado y el retorno de la democracia y la libertad.

Para llevar a cabo una revolución efectiva contra la clase dominante chavista, el obrero moderno se hace el aliado del comerciante arruinado, del profesional, y del artesano. Este es  un grupo que se ha hundido en las condiciones de pobreza comunes a la población de clase trabajadora que vive en la sociedad chavista.

Cada miembro de la sociedad, que no sea un miembro de la élite y los hampones  asociados a ella, se convierte en un mendigo. Y aquí se hace evidente, que la élite chavista no está en condiciones de seguir desempeñando su papel de ser la clase dominante en la sociedad, y pierde el poder  para imponer sus condiciones de existencia en la sociedad. A medida que el tiempo pasa, el  chavismo es  incapaz de dominar, porque es incapaz de asegurar una existencia más o menos digna a su esclavo en  su esclavitud, porque permite que se hunda en un estado de pobreza enorme. La sociedad ya no acepta  vivir bajo este régimen chavista, en otras palabras, la existencia de un gobierno tan corrupto, cruel, e incompetente  ya no es compatible con la sociedad.

Las condiciones esenciales para la existencia y la influencia de la clase chavista es poder puro y duro. El progreso de la industria, muy organizada a menudo como empresas mixtas con capitalistas extranjeros, se convierte en el objetivo nominal de la dirección del partido. Esto es observado por el proletariado, que resiente profundamente que se le haga trabajar como esclavo para los inversionistas extranjeros, que tratan a los trabajadores como una maquina infrahumana.

Lo que el chavista, por tanto, produce, sobre todo, son sus propios sepultureros. La caída de chavismo y la victoria del proletariado son igualmente inevitables.