Debo confesar que se me retuercen los intestinos, y me
duele mucho la cabeza cuando pienso en los negativos que me ha dado. Esto es
una injusticia que nos dice que Dios no existe, pues si existiese lo partería
con un rayo fenomenal, y lo dejaría como una olla de arroz quemado.
Para colmo, salgo del instituto y me encuentro que
nadie, ni tan siquiera mi madre, me
tiene simpatía por lo que sufro a cuenta de Ud. No hay nada que pueda decir
para comunicar la angustia que yo, un simple chaval de 12 años que solo quiere
llegar a ser presidente de una empresa, siento cuando me bajan la nota por el
simple hecho de dar un discursito y reírme un poco en clase. Después de todo,
no es que me este riendo de nada en particular, sino más bien de lo cómico que
es este universo, en el cual vemos a un charlatán llegar a ser presidente.
Por esto y otras razones, algunas de las cuales son
secretas y no se las puedo comentar (si lo hago tendría que matarlo y esconder
su cadáver), le suplico desde las profundidades que no me dé más negativos. Yo
tengo que ganarme la vida algún día, aunque espero que no pase antes del 2030
cuando me gradúe de abogado, y los negativos me van a suspender, y si no puedo entrar en la universidad y por lo
menos llegar a ser juez mis padres me matan.
Vamos a ponerlo de esta manera, si me da una buena
nota y dice a todos que soy un buen estudiante, entonces le paso 5 euros de la
plata que me van a dar por ganar el concurso de cocina con mi receta para bocata de pasta de maní con mermelada.
Su alumno ejemplar (Ud. sabe quién).
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