domingo, 17 de febrero de 2013

Mi Amigo Lenin

Desde pequeño tenía un amigo llamado Lenin. Este era su nombre de pila, su nombre completo era Lenin Antonio Barca Restrepo. Los padres de Lenin eran comunistas convencidos, se la pasaban todo el tiempo en reuniones y pegando panfletos en las paredes del barrio con lemas sobre la revolución del proletariado, atacando al imperialismo, y alabando los logros del socialismo (tales como “este mes la Unión Soviética subió la producción de ejes de camiones un 22 %”).

 
Como todos sabemos, los niños tienden a seguir los pasos de los padres en cuanto a dieta, religión y política. Eso quiere decir que mi amigo Lenin tenía una dieta común y corriente, era ateo y había sido un comunista convencido desde que podía caminar.
Yo soy bastante grandulón, pero estaba adelantado en la escuela porque a mi abuelo  se le ocurrió enseñarme a leer y escribir cuando tenía cuatro años. Y Lenin era bastante menudo, flaquito y chiquito. Eso nos puso a los dos en la condición de ser los enanos de la escuela, yo por ser el más joven y el por sus genes. Y como éramos parecidos en ese sentido, lo cual cuenta mucho en primer grado, nos hicimos amigos y sufríamos juntos los abusos de los más grandes.
Otra cosa que nos unía eran mi tendencia a meterme en los libros como una termita, y el carácter genial de Lenin, porque le gustaba oírme describir todo lo que leía, especialmente los cuentos del Tigre de la Malasia peleando contra el imperialismo británico y como preparar mezclas explosivas utilizando materiales caseros.
Pero Lenin también escuchaba y aprendía de sus padres. Y eso le metió en la cabeza ideas que a el le parecían muy buenas y que trataba de explicarme. Por ejemplo, lo de las notas escolares.
A Lenin se le ocurrió (no sé si sus padres se lo dijeron) que las notas de toda la clase debían ser promediadas y la nota de cada uno seria la nota promedio del grupo. Eso, de acuerdo con él, le daría un incentivo a los mejores a ayudar a los peores de la clase.
Yo  tenía mis notas, me la pasaba entre 1ro  y 2do de la clase compitiendo  con una chica llamada Alina, una rubiecita que me caía muy mal cuando estábamos en primer grado pero que paso a ser mi novia imaginaria cuando estaba en sexto grado. Por lo tanto cuando me presentó la idea no me cayó muy bien y hasta pensé que si Lenin lograba convencer a la maestra para hacerlo iba a tener que irme y cambiar de escuela porque yo quería ser ingeniero y me parecía que con las notas promedio de la clase no podría meterme en el pregrado de ingeniería atómica. Gracias a dios la maestra no era revolucionaria y se rió de él cuando lo propuso, porque la idea de cambiar de escuela y no poder tener peleas con Alina me molestó bastante.
Lenin y yo seguimos andando juntos por mucho tiempo. Y a medida que crecimos pude observar su desarrollo como buen comunista. Cuando estábamos en el instituto se la pasaba hablando de la destrucción de la sociedad para construir el mundo socialista, lo cual aparentemente incluía hacer una revolución para poner a su papá a cargo de la policía para  fusilar a los ricos.
Eventualmente nos graduamos de bachillerato. Lenin era un experto en tirar piedras, hacer panfletos y divertirse en demostraciones estudiantiles pidiendo el fin de la guerra y del imperialismo.
Lenin también era un experto en el numero de lanzamientos soviéticos al espacio, y se regodeaba contando las medallas que obtenía la Unión Soviética en los Juegos Olímpicos, pues él creía que si tenían más medallas eso quería decir que el pueblo vivía muy bien y eran una gente cojonuda. Yo por mi parte pensaba que los logros de un atleta de otro país son importantes solamente si pierden contra los nuestros, o si son algo increíble como la vez que una mujer corrió el maratón, y llego al estadio tan deshidratada que se iba tambaleando, pero seguía dando paso a paso mientras la gente aplaudía y lloraba de emoción.
 
Yo por  mi lado seguía con la idea de construir reactores nucleares, pensando que me construiría un auto con un motor atómico que iría a super velocidad y hasta podría volar cuando había mucho tráfico (esa idea me vino por leer  Mecánica Popular). Así que cuando nos graduamos él se fue a estudiar Ciencias Políticas en la universidad en las afueras de la ciudad, y yo me metí de cabeza a estudiar ingeniería, lo que no me dejaba verlo mucho.
Pero de vez en cuando no las arreglábamos para ir juntos a algún lado, y él seguía con sus ideas, las cuales me explicaba con seriedad. Una vez estábamos parados afuera de un bar, sin dinero, mirando la gente entrar, y me comentó que si uno entraba a un bar debía tener el derecho de manejar de vuelta a la casa sin preocuparse, así que debían ponerle una luz azul a los coches, que uno pudiera encender cuando estaba manejando borracho para que la gente se diera cuenta y se saliera del camino.
Eso no me parecía muy buena idea, pero Lenin se empecino e insistió que tenia era una idea que yo rechazaba porque tenía una mente capitalista y no sabía aceptar cambios revolucionarios.
Yo mantenía aparte la personalidad de Lenin como amigo, de sus ideas ridículas cuando empezaba a hablar del comunismo. Pero eventualmente me empezó a caer mal cuando mencionó que iba a pasar panfletos pidiendo control de precios de la gasolina, que estaba muy alta por cuenta de que Irán había caído en manos de un tal ayatola Komeini, el cual de alguna manera se las había arreglado para hacer recortes en la producción de petróleo y causaba un malestar enorme con una invasión de la embajada americana, que era idéntica a lo que muestran en la película Argo de Ben Affleck (tengo que mencionar Affleck me cae mal como actor desde que hizo la película con Matt Damon sobre dios siendo un viejo con amnesia,  pero es buen director).
Volviendo al tema, lo del control de precios de la gasolina me pareció una idea bastante tonta, pues era evidente que si uno controla el precio de la gasolina lo que logra es que la gasolina escasee. Pero para mi sorpresa mucha gente pensaba como Lenin, y empezaron a hacer demostraciones en frente de la gasolinera pidiendo que intervinieran el lugar y mantuvieran los precios bajos “para el pueblo”.
Los muy tontos no se daban cuenta que los que gastan más combustible son los ricos porque manejan Cadillacs y Mercedes Benz y otros andamios gigantes con colas de cohete y cosas así. Desde mi punto de vista era mejor que subiera el precio para que la gente manejara menos, pero que de alguna manera nos dieran mejor transporte público con servicio más frecuente, pues me gustaba leer cuando iba a la universidad, y con el transporte tan lleno me tenía que quedar parado y leer como podía, y la gente se quejaba de que  les metía el libro por la cabeza.
Así fue como Lenin y yo empezamos a separarnos. Eventualmente él se metió en un grupo de gente que se llamaba internacionalista y se fue del país. Creo que hoy día anda por el sudeste  de Venezuela predicando comunismo a los indios Pemones. No creo que le vaya a ir muy bien, porque los Pemones ya tienen sus ideas al respecto, y la mayoría lo que quiere es tener una mina de oro para hacerse con un poco de plata y enviar a sus hijos a estudiar para ser médicos, ingenieros, lo que puedan estudiar,  para  así irse de la selva y poderse hacer su propia casa de ladrillo con muebles de verdad y todo. Los Pemones, por lo que veo, han sido comunistas por mucho tiempo y ahora quieren avanzar un poco, y por eso estudiar duro y ser capitalistas les queda muy bien. Como los chinos, y la otra gente que ha sido comunista, que cuando puede se mete a capitalista y se hace rica.

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