Como todos
sabemos, los niños tienden a seguir los pasos de los padres en cuanto a dieta, religión
y política. Eso quiere decir que mi amigo Lenin tenía una dieta común y
corriente, era ateo y había sido un comunista convencido desde que podía caminar.
Yo soy bastante grandulón,
pero estaba adelantado en la escuela porque a mi abuelo se le ocurrió enseñarme a leer y escribir
cuando tenía cuatro años. Y Lenin era bastante menudo, flaquito y chiquito. Eso
nos puso a los dos en la condición de ser los enanos de la escuela, yo por ser el
más joven y el por sus genes. Y como éramos parecidos en ese sentido, lo cual
cuenta mucho en primer grado, nos hicimos amigos y sufríamos juntos los abusos
de los más grandes.
Otra cosa que
nos unía eran mi tendencia a meterme en los libros como una termita, y el carácter
genial de Lenin, porque le gustaba oírme describir todo lo que leía, especialmente
los cuentos del Tigre de la Malasia peleando contra el imperialismo británico y
como preparar mezclas explosivas utilizando materiales caseros.
Pero Lenin también
escuchaba y aprendía de sus padres. Y eso le metió en la cabeza ideas que a el le
parecían muy buenas y que trataba de explicarme. Por ejemplo, lo de las notas
escolares.
A Lenin se le ocurrió
(no sé si sus padres se lo dijeron) que las notas de toda la clase debían ser
promediadas y la nota de cada uno seria la nota promedio del grupo. Eso, de
acuerdo con él, le daría un incentivo a los mejores a ayudar a los peores de la
clase.
Yo tenía mis notas, me la pasaba entre 1ro y 2do de la clase compitiendo con una chica llamada Alina, una rubiecita que
me caía muy mal cuando estábamos en primer grado pero que paso a ser mi novia
imaginaria cuando estaba en sexto grado. Por lo tanto cuando me presentó la
idea no me cayó muy bien y hasta pensé que si Lenin lograba convencer a la
maestra para hacerlo iba a tener que irme y cambiar de escuela porque yo quería ser
ingeniero y me parecía que con las notas promedio de la clase no podría meterme
en el pregrado de ingeniería atómica. Gracias a dios la maestra no era
revolucionaria y se rió de él cuando lo propuso, porque la idea de cambiar de
escuela y no poder tener peleas con Alina me molestó bastante.
Lenin y yo
seguimos andando juntos por mucho tiempo. Y a medida que crecimos pude observar
su desarrollo como buen comunista. Cuando estábamos en el instituto se la
pasaba hablando de la destrucción de la sociedad para construir el mundo
socialista, lo cual aparentemente incluía hacer una revolución para poner a su
papá a cargo de la policía para fusilar a
los ricos.
Eventualmente nos
graduamos de bachillerato. Lenin era un experto en tirar piedras, hacer
panfletos y divertirse en demostraciones estudiantiles pidiendo el fin de la
guerra y del imperialismo.
Lenin también era
un experto en el numero de lanzamientos soviéticos al espacio, y se regodeaba contando
las medallas que obtenía la Unión Soviética en los Juegos Olímpicos, pues él creía
que si tenían más medallas eso quería decir que el pueblo vivía muy bien y eran
una gente cojonuda. Yo por mi parte pensaba que los logros de un atleta de otro
país son importantes solamente si pierden contra los nuestros, o si son algo increíble
como la vez que una mujer corrió el maratón, y llego al estadio tan deshidratada
que se iba tambaleando, pero seguía dando paso a paso mientras la gente aplaudía
y lloraba de emoción.
Yo por mi lado seguía con la idea de construir
reactores nucleares, pensando que me construiría un auto con un motor atómico
que iría a super velocidad y hasta podría volar cuando había mucho tráfico (esa
idea me vino por leer Mecánica Popular).
Así que cuando nos graduamos él se fue a estudiar Ciencias Políticas en la universidad
en las afueras de la ciudad, y yo me metí de cabeza a estudiar ingeniería, lo
que no me dejaba verlo mucho.
Pero de vez en
cuando no las arreglábamos para ir juntos a algún lado, y él seguía con sus
ideas, las cuales me explicaba con seriedad. Una vez estábamos parados afuera
de un bar, sin dinero, mirando la gente entrar, y me comentó que si uno entraba
a un bar debía tener el derecho de manejar de vuelta a la casa sin preocuparse,
así que debían ponerle una luz azul a los coches, que uno pudiera encender
cuando estaba manejando borracho para que la gente se diera cuenta y se saliera
del camino.
Eso no me parecía
muy buena idea, pero Lenin se empecino e insistió que tenia era una idea que yo
rechazaba porque tenía una mente capitalista y no sabía aceptar cambios
revolucionarios.
Yo mantenía aparte
la personalidad de Lenin como amigo, de sus ideas ridículas cuando empezaba a
hablar del comunismo. Pero eventualmente me empezó a caer mal cuando mencionó
que iba a pasar panfletos pidiendo control de precios de la gasolina, que
estaba muy alta por cuenta de que Irán había caído en manos de un tal ayatola
Komeini, el cual de alguna manera se las había arreglado para hacer recortes en
la producción de petróleo y causaba un malestar enorme con una invasión de la
embajada americana, que era idéntica a lo que muestran en la película Argo de
Ben Affleck (tengo que mencionar Affleck me cae mal como actor desde que hizo
la película con Matt Damon sobre dios siendo un viejo con amnesia, pero es buen director).
Volviendo al
tema, lo del control de precios de la gasolina me pareció una idea bastante
tonta, pues era evidente que si uno controla el precio de la gasolina lo que
logra es que la gasolina escasee. Pero para mi sorpresa mucha gente pensaba
como Lenin, y empezaron a hacer demostraciones en frente de la gasolinera
pidiendo que intervinieran el lugar y mantuvieran los precios bajos “para el
pueblo”.
Los muy tontos
no se daban cuenta que los que gastan más combustible son los ricos porque
manejan Cadillacs y Mercedes Benz y otros andamios gigantes con colas de cohete
y cosas así. Desde mi punto de vista era mejor que subiera el precio para que
la gente manejara menos, pero que de alguna manera nos dieran mejor transporte público
con servicio más frecuente, pues me gustaba leer cuando iba a la universidad, y
con el transporte tan lleno me tenía que quedar parado y leer como podía, y la
gente se quejaba de que les metía el
libro por la cabeza.
Así fue como
Lenin y yo empezamos a separarnos. Eventualmente él se metió en un grupo de gente
que se llamaba internacionalista y se fue del país. Creo que hoy día anda por
el sudeste de Venezuela predicando
comunismo a los indios Pemones. No creo que le vaya a ir muy bien, porque los
Pemones ya tienen sus ideas al respecto, y la mayoría lo que quiere es tener una
mina de oro para hacerse con un poco de plata y enviar a sus hijos a estudiar para
ser médicos, ingenieros, lo que puedan estudiar, para así
irse de la selva y poderse hacer su propia casa de ladrillo con muebles de
verdad y todo. Los Pemones, por lo que veo, han sido comunistas por mucho
tiempo y ahora quieren avanzar un poco, y por eso estudiar duro y ser capitalistas
les queda muy bien. Como los chinos, y la otra gente que ha sido comunista, que cuando
puede se mete a capitalista y se hace rica.
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